Escrito por Fernando Eguren, director de LRA
El viernes 21 terminaron en Fortaleza (Brasil) tres días intensos de análisis de experiencias y evaluación de políticas sobre agricultura familiar. Convocados por el IICA (1) y la Secretaría de Desarrollo Agrario del Estado de Ceará, especialistas del nordeste brasileño, de México, San Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Colombia, Ecuador y Perú, además de Etiopía, analizaron la problemática de la agricultura familiar, poniendo el acento sobre varios puntos de coincidencia.
Se coincidió, en primer lugar, en que el eje de la cuestión agraria de la mayor parte de los mencionados países es la agricultura familiar: quienes la integran constituyen la inmensa mayoría de productores agrarios (97 % en el Perú); son la base productiva de la seguridad alimentaria; son portadores de conocimientos acumulados invalorables; desarrollan y mantienen la biodiversidad; mantienen vivas culturas diferentes que enriquecen las sociedades; practican una agricultura amigable con la naturaleza; y ocupan el territorio.
En segundo lugar, la agricultura familiar es muy diversa desde muchos puntos de vista: herencia histórica, rasgos culturales, dotación de recursos, nivel de desarrollo y tipos de tecnologías utilizadas, vinculación al mercado, origen de los ingresos económicos, tipo de institucionalidad. La conclusión compartida fue que no puede haber una sola política de agricultura familiar; tienen que ser políticas diferenciadas, adecuadas a sus particularidades.
En tercer lugar, las políticas de apoyo a la agricultura familiar deben ser multisectoriales. Deben intervenir de manera coordinada, articulada y complementaria, además del sector agrario, el sector de transportes y telecomunicaciones, de energía, salud, educación; y ahí donde existen, también los programas sociales y de inclusión.
En cuarto lugar, no puede esperarse el desarrollo de la agricultura familiar sin considerar el desarrollo del territorio en el que opera, pues se desenvuelve en un contexto económico, político, social y cultural que puede ser un freno o un estímulo para su propio desarrollo. Las políticas deben contribuir a dinamizar los territorios, a estimular la diversificación de las economías locales, a intensificar la relación entre los espacios rurales y las ciudades intermedias. Todo ello contribuirá a crear nuevas y mejores oportunidades para la agricultura familiar.
En quinto lugar, la agricultura familiar es multiactiva, no se dedica solo a las actividades agrarias, pues los ingresos que se derivan de estas suelen ser insuficientes para garantizar un nivel de vida aceptable. Más aún, las familias que solo dependen de la actividad agraria son sistemáticamente más pobres que las que tienen diferentes fuentes de ingresos por actividades no agrarias. Esta es una de las razones por las que las políticas orientadas a su desarrollo no deben limitarse a mejorar la producción agraria.
En sexto lugar, es preciso modificar las prioridades de muchos gobiernos que, más allá de los discursos oficiales y una retórica pro agricultura familiar, en la práctica fomentan la agricultura de exportación y los agronegocios, gracias a leyes y normas que los promueven y a subsidios abiertos u ocultos. Son estas importantes conclusiones las que deben ser tomadas en cuenta en la definición de lineamientos de una estrategia de apoyo a la agricultura familiar en el Perú.
Se coincidió, en primer lugar, en que el eje de la cuestión agraria de la mayor parte de los mencionados países es la agricultura familiar: quienes la integran constituyen la inmensa mayoría de productores agrarios (97 % en el Perú); son la base productiva de la seguridad alimentaria; son portadores de conocimientos acumulados invalorables; desarrollan y mantienen la biodiversidad; mantienen vivas culturas diferentes que enriquecen las sociedades; practican una agricultura amigable con la naturaleza; y ocupan el territorio.
En segundo lugar, la agricultura familiar es muy diversa desde muchos puntos de vista: herencia histórica, rasgos culturales, dotación de recursos, nivel de desarrollo y tipos de tecnologías utilizadas, vinculación al mercado, origen de los ingresos económicos, tipo de institucionalidad. La conclusión compartida fue que no puede haber una sola política de agricultura familiar; tienen que ser políticas diferenciadas, adecuadas a sus particularidades.
En tercer lugar, las políticas de apoyo a la agricultura familiar deben ser multisectoriales. Deben intervenir de manera coordinada, articulada y complementaria, además del sector agrario, el sector de transportes y telecomunicaciones, de energía, salud, educación; y ahí donde existen, también los programas sociales y de inclusión.
En cuarto lugar, no puede esperarse el desarrollo de la agricultura familiar sin considerar el desarrollo del territorio en el que opera, pues se desenvuelve en un contexto económico, político, social y cultural que puede ser un freno o un estímulo para su propio desarrollo. Las políticas deben contribuir a dinamizar los territorios, a estimular la diversificación de las economías locales, a intensificar la relación entre los espacios rurales y las ciudades intermedias. Todo ello contribuirá a crear nuevas y mejores oportunidades para la agricultura familiar.
En quinto lugar, la agricultura familiar es multiactiva, no se dedica solo a las actividades agrarias, pues los ingresos que se derivan de estas suelen ser insuficientes para garantizar un nivel de vida aceptable. Más aún, las familias que solo dependen de la actividad agraria son sistemáticamente más pobres que las que tienen diferentes fuentes de ingresos por actividades no agrarias. Esta es una de las razones por las que las políticas orientadas a su desarrollo no deben limitarse a mejorar la producción agraria.
En sexto lugar, es preciso modificar las prioridades de muchos gobiernos que, más allá de los discursos oficiales y una retórica pro agricultura familiar, en la práctica fomentan la agricultura de exportación y los agronegocios, gracias a leyes y normas que los promueven y a subsidios abiertos u ocultos. Son estas importantes conclusiones las que deben ser tomadas en cuenta en la definición de lineamientos de una estrategia de apoyo a la agricultura familiar en el Perú.
Nota:
(1) Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura
En segundo lugar, la agricultura familiar es muy diversa desde muchos puntos de vista: herencia histórica, rasgos culturales, dotación de recursos, nivel de desarrollo y tipos de tecnologías utilizadas, cotton percale bed sheets , blanket set for wedding , vinculación al mercado, origen de los ingresos económicos, tipo de institucionalidad. La conclusión compartida fue que no puede haber una sola política de agricultura familiar; tienen que ser políticas diferenciadas, adecuadas a sus particularidades
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