martes, 7 de agosto de 2007

EL MINISTRO BENAVIDES EN LA PLAZA DE ACHO: NOS MERECEMOS MEJORES PROPUESTAS

Por Fernando Eguren (Presidente de CEPES)

Días después del discurso del presidente García el 28 de julio, en el que estableció algunas metas ambiciosas económicas y sociales para el 2011 – año en el que culmina su mandato – el ministro de Agricultura, Ismael Benavides, hizo lo propio en la Plaza de Acho. Los medios de comunicación han informado sobre algunas de las características de la convocatoria: funcionarios públicos del sector agrario fueron conducidos en autobuses para llenar los tendidos, faena sin orejas ni rabo, pifeadera del respetable.

Perú: país líder en producción agrícola

Posiblemente contagiado por el desbordante optimismo presidencial, el ministro Benavides prome­tió que en el 2015 el Perú llegaría a ser el país líder en producción agrícola en la costa del Pacífico de América del Sur. Que el PBI agrario alcanzaría los 12 mil millones de dólares (aparentemente la confianza en los nuevos soles todavía no da como para hacer proyec­ciones de mediano plazo en nuestra moneda); que en el 2011 las exportaciones agrarias al­canzarían los US$4500 millones (US$2100 en el 2006); que se crearían 400 mil nuevos em­pleos directos y 200 mil indirectos; que la pobreza rural disminuiría en 35%.

Piña. Resulta que Álvaro Rojas, el homólogo chileno de Benavides, estima que este año Chile estará exportando productos agrícolas por un valor de US$ 10 mil millones, más del doble que lo proyectado por nuestro ministro para dentro de cuatro años. Basta este dato para cuestionar la meta de ser líderes en producción agrícola el 2015.

Por otro lado, con lo dinámica que es la agricultura chilena, entre 1987 y 1996 la pobreza rural disminuyó tan solo en un 23%. ¿En qué se basa Benavides para afirmar que en el Perú la reducción de la pobreza rural será mucho mayor en mucho menor tiempo?

Otra meta adelantada por el ministro fue que el crecimiento promedio anual del sector agrario será del 7% hasta el 2011. Meta sin sustento, pues según información del propio ministerio de Agricultura, la variación anual de la producción agropecuaria desde el 2003 fue, año a año, 1.9%, 1.7%, 4.8.%, 7.2%, y la proyección para el 2007 es de 4.5%. Además, es muy osado adelantar tasas de crecimiento de un sector productivo que es muy dependiente de las variaciones del clima, más todavía si los cambios climáticos mundiales lo hacen aun menos predecible.

El problema del agua

Acierta el ministro en levantar el problema del agua y en mencionar que es necesario el manejo y conservación de las cuencas hidrográficas. Pero no necesariamente acierta en sus prioridades. Ofrece 200 mil nuevas hectáreas irrigadas en la costa y en la sierra; 30 mil nuevas hectáreas irrigadas por goteo en la sierra; 100 mil hectáreas recuperadas en la costa y sierra. Pero no menciona el gravísimo problema de la contaminación del agua por relaves mineros, deshechos industriales y urbanos, que afecta un alto número de ríos y lagos del país, siendo el caso más escandaloso el del río Mantaro. Tampoco menciona la necesidad de reducir las áreas de cultivos que hacen un uso intensivo del agua y que contribuyen a la salinización (y pérdida de fertilidad, por tanto) de los suelos, sobre todo en la costa. Antes bien, se está promoviendo la ampliación de las áreas de caña de azúcar para la fabricación de etanol. Si no hay medidas radicales contra la contaminación de las aguas, la salinización de los suelos y la deforestación, no tiene sentido recuperar 100 mil hectáreas[1], pues se seguirán deteriorando nuevas áreas.

Mercados

Con relación al ‘acceso a mercados’, otro de los pilares fundamentales – así los llama el ministro - de la política agraria de este gobierno, reitera el apoyo a las agroexportaciones pero no hace más mención al TLC con Estados Unidos que la necesidad “diseñar un siste­ma equitativo de compensaciones que lleguen a los más pobres cuando más lo necesiten”.

Sobre crédito agrario, ya el ministro Benavides había rechazado la ley aprobada por el Con­greso de que AgroBanco opere como banca de primer piso, sin ofrecer ninguna alternativa a la medida de las necesidades de financiamiento que tienen los agricultores pequeños. Pro­me­te lanzar el seguro agrario ‘en el primer trimestre del 2008”, lo cual es ya un ofrecimien­to ritual de todo nuevo ministro del ramo.

Ofrece desarrollar un sistema de información ‘con capacidad de llegar a ocho millones de peruanos’ mediante un Sistema de Información Agrario utilizando canal 7 y Radio Nacional. Si lo hace, enhorabuena, aunque podría aquí sí ser más ambicioso, dada las experiencias en sistemas de información en curso a nivel piloto usando las modernas tecnologías de información y comunicación – entre otras la interesante experiencia que desarrollo CEPES con la Junta de Usuarios del valle Chancay Huaral – y la difusión de las conexiones a Internet en muchas áreas rurales.

Propone profundizar la investigación agraria ‘para lograr mayores rendimientos de los principales productos”, mencionando dos cultivos costeños, maíz y algodón, pero sin precisar cuáles son los criterios para definir aquellos que son principales de los que no lo son (pueden ser los que ocupan más área, o los que más se exportan, o los que producen la mayor parte de campesinos…) ni los recursos que se destinarán.

La oferta de un “fondo de desarrollo productivo rural” de más de US$ 1000 millones para la sierra llamó la atención; luego el ministro aclaró que sería un fondo integrado de programas ya en curso, como Foncodes.

Programa Sierra Exportadora

Ya el ministro Benavides había expresado en otra ocasión su disconformidad con este Programa dirigido por el ingeniero Gastón Benza quien, a lo largo de su corta conducción, ha mostrado su poco conocimiento de las complejidades físicas, económicas y sociales de esa región. Ni el presidente García – supuestamente el creador e ideólogo de este Programa – ni el ministro Benavides se dignaron hacer mención alguna. Signo de que o Benza cae, o todo el Programa cae.

Nos merecemos propuestas mejores
Existen experiencias y conocimientos acumulados, tanto en la administración pública como fuera de ella, que podrían sustentar opciones estratégicas y las políticas correspondientes mucho más adecuadas a las realidades y necesidades de un país muy complejo pero al mismo tiempo con muchas potencialidades. Metas más realistas pero mejor fundamentadas pueden ser menos llamativas y espectaculares. No es una buena demostración de capacidad de gobierno el lanzar metas que probablemente satisfacen el ego de gobernantes de turno, pero que no reflejan necesariamente verdaderas prioridades o que no son alcanzables.

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[1] A fines de la década de 1970, la Oficina Nacional de Evaluación de los Recursos Naturales, ONERN, esti­maba que dos de cada cinco hectáreas de tierras de cultivo en la costa, unas 300 mil hectáreas, estaban salini­zadas, y la mitad de ellas seriamente. La ONERN fue liquidada durante el gobierno de Fujimori, y desde en­tonces no hay una entidad pública que haga un seguimiento sistemático de la situación de nuestros recursos naturales.