sábado, 13 de noviembre de 2010

Dieta, gran empresa y biodiversidad


Artículo publicado en el Diario La Primera (13 noviembre 2010)

Por Fernando Eguren (presidente de Cepes)

La dieta alimenticia del mundo es cada vez menos diversa y cada vez más estandarizada, y esto trae varias consecuencias importantes.

Este fue el tema del simposio internacional Biodiversidad y Dietas Sostenibles, convocado por la FAO en Roma.

Se constató con preocupación que hay una tendencia mundial a la sobre simplificación de la dieta alimentaria, rica en energía y baja en variedad, contribuyendo a un creciente problema de obesidad y a una serie de enfermedades derivadas. Esta tendencia ocurre tanto en los países ricos como en los pobres. Crea “alimentos universales” que son independientes de los ecosistemas particulares de los países, estableciendo un divorcio entre lo que se consume, por un lado, y los alimentos más adecuados a los ecosistemas –y a la biodiversidad- del país o la región. En el intento de adecuar la producción de alimentos a esos patrones estandarizados, se reduce la biodiversidad.

También se analizó que esta simplificación hace depender las canastas de consumo de un reducido número de commodities. Esta tendencia está exacerbada por las grandes empresas privadas distribuidoras de alimentos (que desplazan a sistemas de distribución más apropiadas a una producción más biodiversa), las que van asumiendo un rol cada vez más importante pues van definiendo la relación entre productores y consumidores.

El simposio consideró que, por el contrario, las dietas sostenibles se sustentan fuertemente en los sistemas locales de producción de alimentos, que son más adecuados para promover la biodiversidad, y que practican una agricultura más amigable al ambiente y menos consumidora de energía. Estos sistemas reconocen en el agricultor no solo a un productor sino la dimensión sociocultural de las prácticas agrícolas.

Las preocupaciones analizadas en el simposio son sin duda también las de un país con una gran diversidad como el Perú. Afortunadamente, la orientación que ha tomado nuestra gastronomía con inmensa energía y creatividad va en el sentido de estimular la biodiversidad, y de manera creciente se reconoce que ella depende estrechamente de los conocimientos y sensibilidad –de la cultura, en suma- de nuestros campesinos.

El estado peruano, lamentablemente, no sólo está ausente de las preocupaciones que motivaron el simposio, sino que, todo lo contrario, escatima todo apoyo a los campesinos, quienes son los que han contribuido -y continúan haciéndolo- al desarrollo de la biodiversidad, mientras que dedica grandes recursos a promover un latifundismo monoproductor.

 Artículo publicado en el Diario La Primera (13 noviembre 2010)