jueves, 19 de abril de 2007

Las vacas lecheras y el biocombustible


Hace pocos días los ganaderos lecheros de varias cuencas se movilizaron en protesta por los bajos precios que pagan por litro de leche las grandes empresas procesadoras, a las que acusaron de concertar precios entre sí (lo cual está prohibido). El problema es grave pues sus costos de producción han aumentado, en parte porque el precio del maíz – componente esencial de la alimentación del ganado – se ha incrementado en un 30%.

¿Qué tiene que hacer esto con los biocombustibles? Pues que los Estados Unidos, que producen el 40% del maíz del mundo y representa la mitad de la exportación mundial de este producto, está dedicando volúmenes crecientes a la producción de etanol. Se estima que dentro de algunos años la mitad de la producción de maíz norteamericano será trasformada en etanol. Y como más agricultores de ese país se están orientando al maíz y concentrando más tierra con ese fin, también está aumentando el precio de otros cultivos y de los productos ganaderos. Algunas proyecciones del incremento de precios hacia el año 2020 producido por el incremento de biocombustibles: 41% el maíz, 76% de oleaginosas, 30% del trigo.135% de la yuca.

Este es el tema de un reciente artículo de la influyente revista Foreign Affairs[1], de donde hemos extraído la información de esta nota. Los autores afirman que lo que puede ser una bendición para los productores de maíz, puede ser un castigo para la población pobre. “Llenar el tanque con 25 galones de un vehículo 4x4 con etanol puro requiere más de 200 kilos de maíz –que contienen suficientes calorías como para alimentar a una persona por un año.” El presidente Bush ha puesto la meta de consumo de etanol para el año 2017 en 35 mil millones de galones. ¡Suficiente para abastecer en calorías a cerca de 78 millones de personas por un año! Para supuestamente aliviar la presión sobre el medio ambiente reemplazando combustibles ‘sucios’ por combustibles ‘limpios’, se están desforestando en el sudeste asiático vastas áreas para sembrar palma aceitera para su conversión en biodiesel.

“La manía del biocombustible”: así califica FA lo que está sucediendo en Estados Uni­dos, y que comienza también a suceder aquí. En el Perú han subido las acciones de las empresas azucareras; se han adjudicado inmensas áreas en la costa norte para la producción de caña de azúcar para etanol; se está construyendo una planta de biodiesel en el Callao que será abasteci­da por aceite de palma de nuestra selva; se propone liberar la producción de biocombustibles del impuesto selectivo al consumo (la comisión de Economía del Congreso ya lo aprobó). Lo que sucede en EEUU está comenzando a suceder en el Perú: “…la industria de los biocombustibles ha sido dominada no por las fuerzas del mercado sino por políticas e intereses de un pequeño número de grandes empresas”.

Los efectos de la difusión y producción de biocombustibles son tan importantes que merecen un debate público, que es transversal a tres ámbitos de políticas sobre las que no hay casi discusión: la política nacional de energía, la de seguridad alimentaria, y la política medioambiental.


[1] C. Ford Runge y Benjamin Senauer, “How Biofuels Could Starve the Poor” (Cómo podrían los biocombustibles hambrear a los pobres) Foreign Affairs, mayo/junio 2007. http://www.foreignaffairs.org/

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