miércoles, 26 de septiembre de 2007

¿Hay desigualdad porque hay pobreza, o pobreza porque hay desigualdad?

Por Fernando Eguren (Presidente de CEPES)

Con relación a los estudios oficiales sobre pobreza, puede parecer ingenuo pero creo que vale la pena preguntar lo básico ¿cuál es su relevancia real? Planteo esta pregunta sin implicar con ello que ellos no tienen relevancia, pero ¿Para qué son útiles? ¿Por qué son importantes? ¿Qué revelan? ¿Qué no revelan? ¿Y qué es lo que uno puede hacer con estos estudios?

La pobreza es un concepto multidi­mensio­nal y complejo y que implica, como diría el PNUD, “llevar una vida larga y saludable”, “tener acceso a la educación”, “disfrutar de un nivel de vida confortable”, además de otros componentes de esa vida digna: la libertad política, el respeto de los derechos humanos, la seguridad personal, el acceso a trabajo productivo y bien remu­nerado, y la participación en la vida comunitaria. La pobreza, por tanto, es la ausencia de condiciones para llevar una vida digna.

La definición más convencional de pobreza, que la identifica con ‘bajos niveles de gasto’ banaliza este grave problema social. Esta simplificación conceptual puede ser útil para que los gobiernos muestren éxitos en la esfera de ‘los gastos’, lo cual no es difícil de lograr con programas redistributivos. Incremen­tar los gastos no es necesariamente encaminarse a la superación de la pobreza, si consideramos la dimensión multidimensional de la misma.

Es claro que hay una conexión entre pobreza, desigualdad y calidad de vida. Por lo general la condición de pobreza es un resultado de desigualdad y no a la inversa. No es que la diferencia en los ingresos crea las desigualdades; es porque hay desigualdades que hay diferencias en los ingresos.

Mi pregunta es, entonces, por qué los estudios oficiales sobre la pobreza no incluyen el tema de la desigualdad. Deberían hacerlo, pues la conexión es obvia. Quizá porque es obvia, precisamente, no se analizan juntas…

Que interesante sería, por ejemplo, hacer una investigación en la cual las encuestas también incluyan a los que no son pobres, a los que tienen más de 2 dólares, diarios, y así tener información actualizada sobre los diferentes estratos de ingresos. Que se incluya en las encuestas también a los de ingresos medios y a los de ingresos altos, lo que permitiría establecer algún tipo de correlaciones entre la evolución de la pobreza y la evolución de la riqueza. ¿Cómo evolucionan los más ricos y los más pobres? ¿Cuál es la correlación de esta evolución, y cuán significativa es? ¿Cuál es la explicación de esta correlación?

¡Claro! Uno puede decir: “es mejor conocer cuántos pobres hay, cómo son, cuáles son sus características, dónde están” para, por ejemplo, tener políticas de alivio a la pobreza más foca­lizadas, más eficientes. Pero, salvo en casos de emergencia o temporales, esto tiene sentido si es que las políticas y las tendencias de la economía se orientan al mantenimiento y la profundi­zación de la desigualdad. Como la pobreza en el Perú no es temporal sino permanente, entonces sí es necesario focalizar con precisión cuántos pobres hay y dónde están.

¿Hay bonanza? Efectivamente, la torta crece. Los pobres pueden estar en mejor situación y, sin embargo, al mismo tiempo, estar en una sociedad más desigual. Entonces, si tenemos políticas que acentúan las desigual­dades, puede darse el caso de que hay alivio de la pobreza y simultáneamente profundización de la desigualdad. Estas políticas existen. Desde la década de 1990 las nuevas tierras ganadas gra­cias a obras de irrigación financia­das por recur­sos públicos, son vendidas en con­diciones tales que sólo grandes inversionistas pueden acceder a ellas. Esto profundizará las desigualdades en el medio rural. Otra muestra: las empresas mineras van subordinando y desplazando a la población rural en un proceso que podemos estar viendo nosotros también, en algunos valles de la costa, por el acaparamiento de tierras para la expan­sión de las áreas agrícolas para la exportación o para la producción, en un futuro cercano, de insumo para biocombustibles.

Hay procesos en marcha, pues, que tienden al ahondamiento de la desigualdad y, por ende, de la pobreza. Es por esto que suena como un juego perverso el que, mientras está ocurriendo eso, los estudios sobre la pobreza se vuelven más técnicamente exquisitos, y estén dirigidos a localizar donde está los pobres para compen­sar­los. Hay una frase de Guillermo Nugent que dice, “la redistribución confirma la normalidad de la desigualdad”. Y esto en el Perú ya se vuelve normal.

Hay, pues, una serie de problemas de fondo en esto de la desigualdad, que debieran incorporarse en un debate, en una discusión de cómo enfrentar la situación de pobreza.

1 comentario:

  1. Luchar contra la Pobreza o la Desigualdad?

    Suele hablarse de Pobreza y Desigualdad social como si fueran sinónimos sin embargo aunque existe una estrecha relación la primera nos lleva a una realidad muy distinta como país en dónde hay familias cuyas condiciones de vida están por debajo de lo mínimo necesario para alimentarse, acceder a la salud, poder mandar a los hijos a estudiar y contar con una vivienda digna.

    Por otro lado la desigualdad puede darse en economías en que la pobreza ha sido superada coexistiendo una concentración de riquezas alternativa a las condiciones de sobrevivencia mayoritaria.

    ¿Porqué me parece importante hacer esta distinción? No obedece a un mero ejercicio semántico sino fundamentalmente porque es distinto dirigir políticas públicas para reducir la desigualdad social que para luchar en contra de la pobreza. En efecto la gran diferencia radica en la necesidad de saber focalizar el Gasto Social.
    La Pobreza enfrenta escenarios muy distintos y se tiende a clasificar en 2 tipos de perfiles:


    (i) la pobreza momentánea

    (ii)la pobreza estructural


    La pobreza momentánea o contingente se manifiesta cuando el sistema económico sufre procesos de ajuste que afectan a los sectores de bajos ingresos de manera más fuerte, en especial cuando afecta la generación de Empleos.
    Sin embargo cuando la economía se recupera rápidamente se reinsertan en el mercado laboral y salen de su condición de pobreza.
    En cambio, la pobreza estructural son sectores pobres incluso de una economía en funcionamiento óptimo en que la asistencialidad es el único recurso de sobrevivencia ya que están incapacitados para desempeñarse laboralmente.
    En algunos casos esta pobreza tiene capacidades para generar sus ingresos a través de un fuerte apoyo, en otros simplemente sin una transferencia directa quedan marginados totalmente.

    Estas formas de pobreza no pueden ser tratadas de manera homogénea , son realidades distintas y una política eficiente implica reconocer dicha diferenciación.

    Por un lado la pobreza no será eliminada con un óptimo crecimiento del sistema económico, la llamda ley del “chorreo” ya que sólo saldrán por esta vía los Pobres no Estructurales. Considerarlo de otra forma implica reducir la pobreza como un mero desajuste que a través de la dinámica económica desaparecerá. Hemos visto que en la práctica esto no sucede y subsisten amplios sectores en la indigencia.

    Es imprescindible actuar simultáneamente con tratamientos diferenciados, sobre los diferentes estamentos de la pobreza. La simultaneidad en esta materia es necesaria por sobre la secuencialidad de sectores prioritarios. Al trabajar sobre un grupo y postergar los otros, se genera un efecto cascada que conlleva la explotación de sectores más pobres que los intervenidos ( En Chile es el clásico ejemplo del ½ pollo)


    A mi juicio una de las formas más adecuadas para mover el desarrollo de los sectores pobres coyunturales es organizar sus recursos de manera asociativa facilitando a las microemprendimientos acceso al crédito, al capital semilla y con una articulación de redes productivas y comerciales.
    Debieramos avanzar desde una política de subsidios a otra que de fortalecimiento de unidades productivas a través del desarrollo cooperativo.

    No obstante lo anterior para enfrentar la pobreza estructural se debe tener en cuenta o la necesidad de fortalecer sus capacidades más allá de transferir recursos de sunbsistencia, transformarmando los subsidios directos al consumo en recursos aplicables con fines productivos. Lo anterior es tremendamente difícil y requiere de una adecuada gradualidad que reconozca las posibilidades reales de salir del estado de indigencia como sujeto activo.A la hora de destinar los recursos del Gasto Social debemos preguntarnos si la política empleada obedece a una realidad diferenciada de la pobreza, si al reconocerla se focaliza más fuertemente en los pobres estructurales y salvaguarda los equilibrios macroeconómicos que ayuden a los pobres coyunturales a salir por sus propios medios en el contexto de una economía sana.

    Por último cabe preguntarnos si el objetivo de la Política Social apunta a resolver la desigualdad o considera de manera prioritaria la reducción de la pobreza.

    Los Pobres , no pueden esperar.

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