Con un volumen de comercio exterior
(exportaciones más importaciones) que alcanzó los US$ 65 mil millones de
dólares en el 2010; equivalente a cerca del 50% del PBI; esta claro que hoy en día el Perú se encuentra estrechamente vinculado a la marcha de la economía global, a sus alzas y bajas. Así, el
proceso de apertura económica nos ha traído beneficios, sin duda; pero
también, y contra lo que muchos proclaman; indudables riesgos; riesgos que hasta ahora no han sido adecuadamente evaluados e incorporados dentro de un a plan de desarrollo nacional.
En un mundo cada vez más integrado, los
puntos de fricción y conflicto, paradójicamente parecen extenderse y
multiplicarse, con consecuencias para nuestro país: la crisis política
en Libia y su impacto sobre el precio internacional del petróleo; la
sequía en China y su efecto en el precio de los alimentos; el terremoto
de Japón y su relación con la demanda por nuestras exportaciones de materias primas. Aquí y allá, surgen los fenómenos que, para bien o para mal, van a impactar a nuestro país.
Ante esto, debe reflexionarse sobre la
forma en que el Perú encara la globalización, y si la forma en que se
viene dando dicho proceso es la más adecuada para los intereses
nacionales con miras a un desarrollo económico y social inclusivo y
sostenible. Ciertamente, no se puede ni debe apostarse por el
aislamiento y una ilusoria autarquía, pero tampoco podemos persistir en
la visión edulcorada de muchos sectores sobre la globalización, donde
todo es beneficio y nada es perjuicio.
El Perú debe integrarse con el
mundo, pero esta integración debe darse bajo criterios y reglas que sean
compatibles con temas críticos para la agenda nacional como la seguridad alimentaria,
el desarrollo de sectores productivos alternativos, y la superación de
los esquemas extractivistas, a fin de trascender la situación de meros
exportadores de materias primas.
Temas como los que se han mencionado están pendientes en la agenda nacional
desde hace años, sin que hasta el momento se establezcan estrategias y
planes integrales que efectivamente traten con las vulnerabilidades y
riesgos que representan. Necesitamos un proceso de globalización
que nos fortalezca y nos haga más desarrollados, no más dependientes y
vulnerables. ¿Será finalmente en el 2011-2016 que estos temas empezaran a
ser seriamente considerados por la clase política? ¿O seguiremos como hasta ahora, felices con la globalización mientras cruzamos los dedos?.
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