martes, 5 de junio de 2007

ES URGENTE UN NUEVO CENSO AGROPECUARIO

Por Fernando Eguren (presidente de CEPES)

El Ministerio de Agricultura ha puesto a consideración del público una propuesta preliminar de Política de Estado para el Desarrollo de la Agricultura y la Vida Rural 2007 – 2021, que se puede encontrar en su página web. Es una oportunidad para que la ciudadanía exprese sus puntos de vista sobre lo que pretende ser la base de una importante política de Estado.

Una política de Estado debe proponer ob­je­tivos de largo plazo y los pasos para alcan­zarlos. Para ello debe haber un conoci­miento de la materia sobre la cual se define dicha política. En este caso, el agro y los espacios rurales. El conocimiento, a su vez, requiere de información veraz y razonable­mente completa y actualizada. En el caso del agro, la más completa información data de 1994, año en el que se realizó el último censo agropecuario. En la última década el ‘clima’ neoliberal y la dación de la ley de tierras en 1995 deben haber contribuido a cambios importantes en el mundo rural, cu­ya magnitud no conocemos con precisión. Es urgente hacer un nuevo censo agrope­cuario.

¿La estructura de propiedad de la tierra en el Perú está nuevamente polarizán­dose?
Así, no sabemos cuántas unidades agrope­cuarias existen actualmente en el país: si son más o menos las casi 1.750 miles existentes en el año censal. ¿Cuales han sido los cambios regionales?

Tampoco sabemos cuál es la estructura de propiedad de la tierra hoy día. Desde 1994 han surgido varias decenas, si no cen­tenares, de explotaciones agropecuarias que, en la costa, superan las 150 hectáreas (que era el límite máximo permitido por la ley de reforma agraria de 1969 para pre­dios de propiedad individual; las coope­ra­tivas no tenían límite de tamaño). Hoy exis­ten en esta región verdaderos latifundios, propiedades privadas de más de mil hectá­reas de extensión (es el caso de las ex-cooperativas azucareras, y también de algunas empresas agrarias con cultivos para exportación).

Mucho se habla de que el minifundio es un gran problema. Pero no sabemos cuál es la situación actual en comparación a hace trece años, si hay una tendencia creciente hacia la atomización de la tenencia, y en qué zonas estaría ocurriendo esto.

Diversificación económica de los espacios rurales
Es necesario conocer cómo se han diver­si­ficado los ingresos de los agriculto­res, so­bre todo de los pequeños. Ya en 1994 se constataba la significativa dependencia de los pequeños agricultores y minifundistas de los ingresos extra prediales, tanto agra­rios como no agrarios. Si estos ingresos extra prediales son hoy más importantes que antes (lo cual es muy posible), enton­ces las estrategias para mejorar la situa­ción económica de los pequeños produc­tores no pasarían solamente –y en muchas ocasiones ni siquiera principalmente- por mejorar sus condiciones de producción agrarias, sino por estimular la diversifica­ción de la economía rural (y del mercado laboral) y densificar las relaciones entre los espacios rurales y los urbanos. El papel económico promotor de los gobiernos regionales y de los municipios es en este sentido de gran importancia.

Condiciones para la competitividad

Un nuevo censo también daría valiosa información sobre las bases necesarias para desarrollar una agricultura compe­titiva. Según el censo de 1994, cerca del 60 porciento de los conductores de parcelas o no habían recibido ninguna educación formal o no habían culminado la educación primaria (que, por lo demás, en las áreas rurales es de muy baja calidad). Por otro lado, los niveles tecnológicos eran deplorables: en 1994 el 31 porciento de los productores sólo utili­zaban energía humana, con producti­vida­des sumamente bajas. ¿La situación ha mejorado o ha empeorado? Respuestas a estas preguntas serían muy valiosas para sustentar políticas tanto educativas como tecnológicas. Si la situación permanece co­mo en el pasado y no se definen políticas para superarla, las perspectivas de una agricultura competitiva quedarán restrin­gidas a algunas pocas áreas, regiones y productores del país, ahondándose las ya notables diferencias sociales y económicas.

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