Por Fernando Eguren (presidente de Cepes)
Uno de los principales argumentos utilizados por el ministerio de Agricultura para justificar la introducción de semillas transgénicas
de maíz amarillo duro (MAD) al país, es que aumentarán los rendimientos
y en el futuro el Perú ya no dependerá de las importaciones de ese
producto.
Como se sabe, el MAD es el alimento principal de los pollos, una industria alimentaria muy poderosa en el país y fuertemente oligopolizada. El Perú importa aproximadamente el 60% del MAD que consume. Una buena parte de ese maíz importado es transgénico–¿cuánto? Es algo sobre lo que las autoridades deberían informar.
Como se sabe, el MAD es el alimento principal de los pollos, una industria alimentaria muy poderosa en el país y fuertemente oligopolizada. El Perú importa aproximadamente el 60% del MAD que consume. Una buena parte de ese maíz importado es transgénico–¿cuánto? Es algo sobre lo que las autoridades deberían informar.
El MINAG, a
través del funcionario Willian Vivanco, aseveró que la producción
agrícola del Perú podría crecer alrededor de 60% en un periodo máximo de
tres años gracias al uso de semillas transgénicas. ¿Es cierta
esta afirmación, o es parte de la información manipulada por los
interesados en la importación de estas semillas de la que estamos siendo
testigos?
No es cierta. La revisión de una docena de estudios
académicos sobre soja y maíz en Estados Unidos llevó a la conclusión de
que después de 13 años no hubo incremento de rendimientos como resultado del uso de dichas semillas. El aumento de rendimiento que sí hubo se debió al mejoramiento de prácticas agrícolas y a técnicas tradicionales de hibridación.
En el Perú los rendimientos del MAD no son uniformes. En varios
departamentos, sobre todo de costa, los rendimientos son altos,
superando las 7 y aún las 8 TM/ha, mientras que en otros son bajos.
En Lambayeque se han logrado rendimientos por encima de las 10 TM/ha,
y en Pampagrande, en la empresa Pomalca, hasta 13 TM/ha, utilizando riego por goteo. En ninguno de estos casos se han utilizado semillas transgénicas.
El propio INIA tiene un programa de investigación del maíz no transgénico.
En el año 2007, presentó el híbrido INIA 611 de alta calidad proteica.
El entonces jefe del INIA, Ing. Daniel Reynoso Tantaleán, declaró “este
híbrido de maíz ubica al Perú en un posición muy competitiva frente a
los maíces que importamos de Argentina, Estados Unidos entre otros”. El
híbrido fue probado en diferentes lugares de la costa y se demostró “su
excelente adaptabilidad, resistencia a enfermedades y potencial de
rendimiento, que llegó a producir hasta 16 toneladas de grano por
hectárea. También ha sido probado con éxito en condiciones de selva.”
Lo lógico es que estas semillas y otras mejoras logradas hasta el
momento sean difundidas en todas las regiones en las que se siembra este
cultivo, y entre todos los productores. Para alcanzar el alza
promedio de rendimientos no son necesarias las semillas transgénicas,
menos aún con los riesgos de diferente orden que pueden acarrear, como
se ha hecho público en el debate generado por la aprobación del decreto
supremo 002-2011-AG. Es necesario que el ministerio de Agricultura y el
gobierno resistan las presiones de los lobistas que tienen como asesores
y atienda a los intereses y necesidades del país.
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