miércoles, 14 de marzo de 2012

El tamaño de los latifundios: comparaciones reveladoras


Artículo escrito por Fernando Eguren, presidente de CEPES, para La Revista Agraria

El jueves 16 de febrero, la Comisión Agraria del Congreso —presidida por el congresista José León— convocó a una audiencia pública para debatir sobre la concentración de la propiedad de las tierras de cultivo. Participaron especialistas, representantes de los empresarios agrarios, de los gremios de productores, así como funcionarios públicos, ante un auditorio nutrido y atento. Como era de esperarse, se expresaron puntos de vista muy distintos. 

Invitado a exponer, tuve la oportunidad de hacer una presentación que contribuyese a precisar mejor qué se entiende por concentración de la propiedad, acudiendo a información comparativa. Como se sabe, hay dos propuestas de ley en el Congreso. Una de ellas —iniciativa del congresista Virgilio Acuña— propone un tope de 25 mil hectáreas, mientras que la otra propuesta —del congresista José León— plantea, para la costa, un tope de 10 mil hectáreas. En mi opinión, ambas posiciones finalmente terminarían convalidando los nuevos latifundios, pues establecen límites muy altos, lo que espero mostrar más adelante. 


 Los participantes llamaron la atención acerca de la insuficiencia de la base de información: el último censo agropecuario era obsoleto, pues data de hace 18 años, y las propias entidades públicas encargadas de la información estadística reconocieron que no tenían información exhaustiva sobre cuánta tierra estaba concentrada. Es preocupante que el mismo Estado no sepa con precisión cuál es el grado de concentración de la propiedad, cuando debería hacer un seguimiento permanente. 

Aun cuando la información es insuficiente, puede, sin embargo, estimarse el grado de concentración en la región costera. En 1994 —año del último censo agropecuario—, las áreas de cultivo bajo riego en la costa alcanzaban alrededor de 780 mil hectáreas. Salvo las cooperativas azucareras, todas las unidades agropecuarias (UA) eran bastante menores a las mil hectáreas; así, la pequeña y mediana agricultura poseían en total alrededor del 87% de las tierras de la región. Con la incorporación de las nuevas tierras producto de las obras de irrigación de Chavimochic y de Olmos —sumadas, cerca de 78 mil hectáreas—, las UA mayores de mil hectáreas concentrarán un quinto de las tierras de la costa, como se muestra en el gráfico 1.


En los próximos años, según información del Minag, se incorporarán 184 mil hectáreas más con nuevas obras de irrigación. Cuando estén terminadas —digamos, en el año 2021—, las UA de más de 1000 hectáreas concentrarían un porcentaje aún mayor, aproximadamente un tercio de las tierras de la costa. Si se sigue la política de vender las tierras en lotes de mil o más hectáreas, aumentará el peso de los latifundios en la región (ver gráfico 1). La concentración puede ser aún mayor, porque aquí no estamos tomando en consideración la concentración que puede continuar por vía del mercado de tierras, ni las inversiones privadas sobre tierras eriazas para la producción de agrocombustibles (como el anunciado proyecto de la empresa Bio Agro Heaven del Sur, que cultivará 50 mil hectáreas de jathropa para biodiésel en las pampas de Huayuri, Las Mesas y Gamonal, en el departamento de Ica).

Latifundios de ayer y hoy

¿Cuán grandes son los consorcios agroexportadores actuales? El tamaño de las haciendas que existían antes de la reforma agraria aplicada en 1969-1975 nos ofrece una buena referencia comparativa. 



Antes de la reforma agraria, en el valle Chancay-Huaral había 16 haciendas, que tenían en conjunto 15 mil 500 hectáreas y ocupaban casi un tercio del área de cultivo del valle; el gráfico 2 muestra que varias corporaciones latifundistas actuales poseen, cada una, varias veces esa extensión. En otros valles de la costa —salvo en el caso de los complejos agroindustriales azucareros del norte— no existían haciendas que superasen las 10 mil hectáreas, o siquiera la mitad. El grupo Gloria es un extremo: con la reciente adquisición de 15 mil hectáreas en Olmos, controla más de cinco veces lo que todas las haciendas de Chancay-Huaral reunidas(1).

Los límites de las dos propuestas legislativas —10 mil y 25 mil hectáreas— exceden también, largamente, el tamaño de los latifundios costeños de antes de la reforma agraria. De nuevo recurrimos al caso del valle Chancay-Huaral. En el gráfico 3 se muestra el área de las cinco haciendas más grandes de dicho valle antes de la reforma agraria. Si se aprobase la propuesta del congresista Acuña, un solo propietario podría ser el dueño de todo el valle Chancay-Huaral; si se aprobase la del congresista León, un propietario podría ser dueño de un latifundio seis veces más grande que Retes, la hacienda más extensa del valle.



Tamaños de la propiedad en otros países

Uno de los argumentos utilizados para justificar la existencia de los nuevos latifundios es que son más eficientes. Se trata de una afirmación no respaldada por estudios y que, más bien, va a contracorriente de las investigaciones realizadas en diferentes partes del mundo. ¿Qué sucede en países que tienen una agricultura altamente productiva, moderna y competitiva? Un estudio de la Comisión Europea sobre la concentración de la propiedad en los países integrantes de la Unión Europea (UE) arroja resultados de tamaños mucho menores de los que se consideran «eficientes» en el Perú. 

Así, el promedio de tamaño de las unidades productivas más grandes no supera, en los países de la Europa Occidental, las 2.5 mil hectáreas (Gran Bretaña), y en países de tradición agraria tan acendrada, como Francia e Italia, no llega ni a 400 hectáreas. Las extensiones en los que fueron países socialistas —Bulgaria, República Checa— son mayores (gráfico 4). Es cierto que la UE subsidia la agricultura de la región, pero también lo es que en el Perú los neolatifundios son también subsidiados (p. ej., pagan la mitad del impuesto a la renta). El contraste con los límites de las propuestas presentadas por nuestros parlamentarios (columnas de color rojo en el gráfico 4) muestra lo excesivo de los límites sugeridos.



En síntesis, el debate sobre los topes máximos del tamaño de la propiedad debe revisar las propuestas existentes en el Congreso —topes demasiado altos—, pues podrían conseguir lo contrario de lo que pretenden lograr: consolidar un paisaje agrario en la costa dominado por nuevos latifundios.

Nota
1 Para información sobre las haciendas antes de la reforma agraria, de sus extensiones y propietarios, ver de Mariano Valderrama y Patricia Ludmann: La oligarquía terrateniente ayer y hoy. PUCP. Lima, 1979.


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