FORO EN PERÚ (Artículo publicado en INFOANDINA)
Con el nombre “Política agraria, recursos naturales y seguridad alimentaria” fue llevado a cabo el pasado 20 de septiembre en la Escuela de Posgrado de la Universidad Agraria de La Molina (UNALM) un foro multidisciplinario que reunió a distintos expertos a reflexionar y dialogar en torno al tema de la seguridad alimentaria en el Perú.
El evento contó con dos mesas temáticas: la primera sobre “Recursos naturales y políticas agrarias en el contexto de la seguridad alimentaria”, y la segunda en torno a “Proyectos en ejecución, mercados agrarios y seguridad alimentaria”.
El foro fue organizado por el Doctorado en Economía de los Recursos Naturales y el Desarrollo Sustentable, en convenio de la UNALM con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
InfoAndina estuvo presente durante la primera mesa, la
cual contó con las exposiciones de Fernando Eguren, presidente
del Centro
de Estudios Peruanos (CEPES)
y director de la revista Debate Agrario, y María Elena Rojas, asesora en
negociaciones comerciales internacionales de la Oficina de Planificación del Ministerio de Agricultura.
El problema de la concentración de las tierras agrícolas
Para empezar, según Fernando Eguren, el término
“seguridad alimentaria” utilizado actualmente incorpora cinco aspectos
distintos: disponibilidad (existencia garantizada de suficientes alimentos),
acceso (incluye la distribución equitativa de los alimentos y un nivel de
ingresos suficiente para su adquisición), uso (utilización que permite un
estado de bienestar nutricional), estabilidad (acceso a alimentos adecuados en
todo momento) e institucionalidad (marco institucional que garantice políticas
integrales y multisectoriales que aborden del tema).
Esto lo detalla en su última ponencia sobre seguridad
alimentaria presentada en
la edición 14 del Seminario de Investigación Permanente (SEPIA), realizado en
Piura del 23 al 26 de agosto del 2011.
Para Eguren, uno de los
problemas más graves que afectan la seguridad alimentaria en el Perú es la
concentración de tierras a manos de grandes empresas, al utilizarlas en su
mayoría para cultivos de exportación y para la producción de biocombustibles
(en particular el etanol), lo cual amenaza nuestra capacidad de satisfacer la
demanda interna y de no depender de las importaciones a futuro.
“La tendencia es la
formación de una estructura agraria bipolar, donde tenemos muchas unidades
productivas pequeñas y un número relativamente pequeño de empresas muy grandes”
afirma Eguren.
Así, este cambio de uso
de las tierras pone en riesgo nuestra autosuficiencia para la producción de
alimentos de consumo interno, al ir desplazando la pequeña y mediana
agricultura, situación agravada por la pérdida de tierras a causa de la
progresiva salinización de los suelos en la Costa y de la erosión en la Sierra
y la Selva.
Más aún, Eguren señala
que la mayor parte de los suelos en el país no son fértiles a pesar de su
diversidad, siendo las áreas aptas para cultivo en limpio menos del 4% del área
total y 2.1% para los cultivos permanentes, lo cual, sumado a los riesgos por
los impactos del cambio climático nos convierte en un país con grandes riesgos
en términos alimentarios.
Asimismo, actualmente
llevamos cerca de 20 años de políticas continuadas que han favorecido un
proceso de concentración de tierras, ya que con la nueva legislación de tierras
dada en 1995 se eliminaron los límites en cuanto al tamaño de propiedad, y se
creó un entorno político y económico favorable a la presencia de la gran
inversión.
“A pesar de que la
estrategia nacional de seguridad alimentaria contempla el abastecimiento de
alimentos, no hay una coordinación con el MINAG para responder a este desafío
de las nuevas tierras que se van a requerir en el futuro, siendo la tendencia
más bien a incrementar las exportaciones” señala Fernando Eguren al respecto.
De esta manera subraya la
falta de decisión política para la implementación de la estrategia nacional de
seguridad alimentaria (que abarca del 2004 al 2015) y de una articulación entre
los diferentes sectores del Estado para armonizar medidas que afronten temas
como el acceso a la alimentación.
Según Eguren, resulta esencial que esta estrategia
nacional sea adecuada a cada una de las regiones del país, pero encontramos que
menos de la mitad de los departamentos tienen en la actualidad estrategias
regionales, y adolecen también de recursos y personal especializado necesarios
para llevarlas a cabo.
La posición del Estado
Según un estudio reciente
realizado por el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social, existe un grave
problema de desnutrición infantil en el país, con un porcentaje de entre el 16
y el 20% de niños en el Perú que sufre de desnutrición crónica, y el 33% de
anemia.
Este estudio también
señala que aproximadamente 11 millones de peruanos estarían en situación de
inseguridad alimentaria, lo cual representa más de un tercio de la población
del país.
Otro dato revelador es
que aproximadamente el 60% de la población en estado de pobreza extrema en el
Perú son agricultores, lo cual refleja una incoherencia entre el crecimiento de
nuestra economía y el aumento en la inseguridad alimentaria del país.
Esto significaría que las
políticas del Estado en seguridad alimentaria no estarían cumpliendo su
cometido, lo cual es confirmado por María Elena Rojas, asesora del MINAG, al
afirmar que: “Estamos quizás teniendo políticas inadecuadas de comunicación,
difusión, abastecimiento, comercialización, y son temas que llaman a la
reflexión para poder reajustar, porque las políticas lo son propiamente cuando
tienen un impacto y la población se siente identificada en ellas”.
Así, entre las propuestas
establecidas por el actual Ministerio de Agricultura encontramos el desarrollo
de las capacidades de organización y emprendimiento de los pequeños productores
rurales en la Sierra y la Selva.
Esto se haría, entre
otras cosas, a través del fortalecimiento de AgroRural, concentrándose en
beneficiar a productores agrícolas en situación de pobreza y extrema pobreza
con apoyo financiero y créditos, asistencia técnica, desarrollo de la
innovación y de capacidades de gestión empresarial, entre otros servicios.
Rojas señala que estas
intervenciones se tienen que trabajar junto al desarrollo de infraestructuras,
que impliquen el acceso a la electricidad, saneamiento, servicios de
comunicación (teléfono e internet), con el fin de lograr un entorno favorable
para el desarrollo sostenible de estas zonas.
Otras apuestas del MINAG
son la moratoria al ingreso de semillas transgénicas y el incremento de la
eficiencia en la gestión de recursos hídricos, comprometiéndose a destinar S/.
184 millones en las zonas altoandinas en situación de pobreza para la
construcción de infraestructura de riego, lo cual beneficiaría a 17 mil
familias.
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